(Dibujo : Passofinno) Mi teniente y yo pertenecíamos al cuarto pelotón de la compañía Caldas, del cual, él era su comandante. El nombre del batallón no deseo recordarlo, o más bien -de tanto ignorarlo- ya lo olvidé, igual como lo hice con otros momentos amargos que allí viví y que poco a poco, uno a uno hasta lograrlo; los fui borrando de mi memoria como se borran los recuerdos dañinos que no dejan dormir: ¡ahogándoles en los duerme velas! Un día, -que ese sí no pude olvidar por haber experimentado en mi ser una gran sensación de libertad- al verme fuera por primera vez en varios meses de esa cloaca que aspiraba a cuartel, sálimos con el fin de cumplir una misión; La primera para mis lanzas y yo, y la no sé que de tantas para mi teniente, al que respetábamos y admirábamos por considerarlo un verdadero oficial del ejército, a pesar de sus malos tratos que solo eran de palabra, pues nunca llegaba al punto de agredirnos físicamente inculcándonos así el respeto mutuo
La idea es no callar, sólo se le permite al silencio hacer presencia cuando piensa.