Mími.
Es vampira, mejor dicho: ex-vampira. Tiene todo un proceso de rehabilitación, aún conserva ciertos poderes pero no los puede usar , retrasaría su recuperación; sería como quemar sus últimos cartuchos, su única esperanza de volver a vivir una vida normal. Es que eso de ser chupasangre y dormir en un ataúd se vuelve rutinario. Hay que cambiar el menú y la rumba es la receta.
Ella no me ha contado toda la verdad, me lo prometió pero no lo ha hecho. Dice que cuando lo haga tendremos que ser los dueños del tiempo porque será largo y tendido en un triclinio al estilo romano. Habrá que tomar notas así estemos desnudos, quizá grabar parte de la conversación; se hincharán las pelotas del cansancio ya que hay tema para rato; hasta con que escribir un libro o porque no, una saga más, una trilogía o tetralogía. Lo poco que me ha adelantado es que por su sangre corren ríos de cuerpos desbordados en otros tiempos, en otra época. ¡Uff que miedo! Con razón está sola (eso parece). Quien querrá estar con esas circunstancias; solo esta hueva lo hace por lo que ella tiene entre las piernas. Aunque no nos digamos mentira, yo por eso y menos me dejo chupar la sangre que sea, si le gustan los tuétanos que le haga sin compasión.
¡E ave Maria púes! es que hay que verla cuando se desnuda en silencio, despacito como loba en acecho; piel traslucida, blanca como la nieve, de porcelana; firme, lisa, suave y tersa a la vez.
¡E ave Maria púes! es que hay que verla cuando se desnuda en silencio, despacito como loba en acecho; piel traslucida, blanca como la nieve, de porcelana; firme, lisa, suave y tersa a la vez.
Sus ojos de lechuza, casi rojos, me miran tan fijo que sus silencios no callan; acusan, exigen, se burlan; me hipnotiza, no soy yo, parezco volar; con la yema de mis dedos -acostado en una alfombra mágica- toco los faros del alminar, voy a Bagdad y vuelvo, ¡ahhh... Sherezade!... Miro la hora en el Big-Ben de la torre de Londres, son las ocho y cuarto p.m., el sol se demoró un poco en ocultarse, el crepúsculo llegó y se va con Mími, trae una antorcha entre las manos, le gusta la luz de la soledad, esa que el fuego esparce en sombras como escorzas queriendo atraparlo a uno en cada paso que se da.
La noche anterior, casi al amanecer, mientras el corcoveo de nuestros cuerpos hacían su faena; se montó de repente encima a la jineta. Me dijo que debía cabalgar como Lady Godiva, a cumplir una promesa por un regalo de Dios, y que yo debería cerrar los ojos porque si la veía quedaría ciego como el sastre voyeur. Esa noche cabalgó y cabalgó hasta que mi peculium pidió clemencia.
Esas cosas siempre me pasan por ambicioso o lujurioso o por oso tragón. Claro que no huyo si se vuelve a dar, yo soy de los que fácilmente olvidan la historia para repetirla. ¡Me fascina!
No volvimos hacer el amor en varios días, no por disfunción si no por hinchazón. La veía tan molesta que no hablaba (casi nunca lo hace), se jalaba los vellos de la vagina con putería y abría la boca mostrándome sus caninos que salían y entraban de la encía con ansiedad. ¡Gruuurrr! Me parecía escuchar.
¡Si tan solo una gota hubiera tenido de ese bendito bálsamo del feo Blas, nos habríamos ahorrado la terapia y la espera!
Para estar con Mími hay que caminar (como ella) por la vida sin esperanzas, sin miedos propios ni ajenos, con los sustos cancelados; siempre estorban.
Entre ella y yo no es mucha la diferencia. A mí me gusta sexo todo (nueva palabra que estrenamos hace poco), o sea con todos los fierros. A ella le gusta trifásico, cada cosa en su lugar, en estricto orden: Las manos deben hacer su recorrido adivinando zonas erógenas que al encontrar dibujen un dulce gesto silencioso en su rostro. Los dedos tocaran Des Abends de Schumann en cada poro de la piel como lo harían en un piano.
Yo le conozco sus mapas donde el punto G está marcado con rojo. Me sé de memoria las rutas donde florecen las mariposas amarillas, los caminos de las wandas y las guinevere.
Respirar se me volvió un arte, debe tener ritmo y oírse dócilmente en susurros que entrecierren los ojos, igual como cuando se come arequipe.
La antesala prepara la mesa con el ambigú, en los postres del placer no debe faltar nada. Caricias de tres leches es parte del plato principal, son la entrada con los besos que van floreciendo en los labios.
Mi cuello está listo para que ella calme su sed...
La sinestesia nos une, sentimos el sabor de las palabras, olemos las imágenes. Si vemos números identificamos sus colores, si los colores predominan les escuchamos su música... un dos tres, un dos tres Tiempo de vals ¿Bailamos?... Y Mími y yo bailamos un compás aquí, suavecito otro allá, cadencia, dos besos uno más, la mano más abajo de la cintura, que la suba, que la bajo... tra la la la la, do re mi sol fa.
Hace poco pensé que parecía una loba en acecho cuando se desnuda y me leyó el pensamiento, no puede evitar usar ese don, tiene permiso especial para hacerlo por el hecho de ser mujer.
Las mujeres son inherentes al bla bla bla, y si de pronto hablan poco (cosa rara), deben compensarlo con escuchar, incluso los pensamientos.
Me perdonó lo de loba, pero advirtiéndome que no lo hiciera más... ¡Aauuuuuú..... aauuuuuú!
La noche anterior, casi al amanecer, mientras el corcoveo de nuestros cuerpos hacían su faena; se montó de repente encima a la jineta. Me dijo que debía cabalgar como Lady Godiva, a cumplir una promesa por un regalo de Dios, y que yo debería cerrar los ojos porque si la veía quedaría ciego como el sastre voyeur. Esa noche cabalgó y cabalgó hasta que mi peculium pidió clemencia.
Esas cosas siempre me pasan por ambicioso o lujurioso o por oso tragón. Claro que no huyo si se vuelve a dar, yo soy de los que fácilmente olvidan la historia para repetirla. ¡Me fascina!
No volvimos hacer el amor en varios días, no por disfunción si no por hinchazón. La veía tan molesta que no hablaba (casi nunca lo hace), se jalaba los vellos de la vagina con putería y abría la boca mostrándome sus caninos que salían y entraban de la encía con ansiedad. ¡Gruuurrr! Me parecía escuchar.
¡Si tan solo una gota hubiera tenido de ese bendito bálsamo del feo Blas, nos habríamos ahorrado la terapia y la espera!
Para estar con Mími hay que caminar (como ella) por la vida sin esperanzas, sin miedos propios ni ajenos, con los sustos cancelados; siempre estorban.
Entre ella y yo no es mucha la diferencia. A mí me gusta sexo todo (nueva palabra que estrenamos hace poco), o sea con todos los fierros. A ella le gusta trifásico, cada cosa en su lugar, en estricto orden: Las manos deben hacer su recorrido adivinando zonas erógenas que al encontrar dibujen un dulce gesto silencioso en su rostro. Los dedos tocaran Des Abends de Schumann en cada poro de la piel como lo harían en un piano.
Yo le conozco sus mapas donde el punto G está marcado con rojo. Me sé de memoria las rutas donde florecen las mariposas amarillas, los caminos de las wandas y las guinevere.
Respirar se me volvió un arte, debe tener ritmo y oírse dócilmente en susurros que entrecierren los ojos, igual como cuando se come arequipe.
La antesala prepara la mesa con el ambigú, en los postres del placer no debe faltar nada. Caricias de tres leches es parte del plato principal, son la entrada con los besos que van floreciendo en los labios.
Mi cuello está listo para que ella calme su sed...
La sinestesia nos une, sentimos el sabor de las palabras, olemos las imágenes. Si vemos números identificamos sus colores, si los colores predominan les escuchamos su música... un dos tres, un dos tres Tiempo de vals ¿Bailamos?... Y Mími y yo bailamos un compás aquí, suavecito otro allá, cadencia, dos besos uno más, la mano más abajo de la cintura, que la suba, que la bajo... tra la la la la, do re mi sol fa.
De Mími soy su esclavo del deseo, Príapo subyugado. Cuando me necesita debo estar a su lado, no hay peros que valga, eso debe ser de inmediato, chan con chan. No importa lo que este haciendo o con quien esté. No hay excusas: Please excuse me ¡Mentira, Grruuuur! Que fue que había un trancón en la vía ¡Mentira y mordisco en la garganta, zas! Que tenía una cita médica ¡Mentira y a la yugular, ay! Que a mi abuelita se la comió el lobo... ¿Lobo, licántropos? ¡Huy Dios mío! ni que se me vaya a ocurrir mencionarlos ni en broma, hasta ahí llegaría mi buena fortuna.
Hace poco pensé que parecía una loba en acecho cuando se desnuda y me leyó el pensamiento, no puede evitar usar ese don, tiene permiso especial para hacerlo por el hecho de ser mujer.
Las mujeres son inherentes al bla bla bla, y si de pronto hablan poco (cosa rara), deben compensarlo con escuchar, incluso los pensamientos.
Me perdonó lo de loba, pero advirtiéndome que no lo hiciera más... ¡Aauuuuuú..... aauuuuuú!
Realmente tus historias no dejan de sorprenderme, me encanta leerte!
ResponderBorrarSi me permites llevo tu enlace a mi sitio, así puedo seguir tus publicaciones.
Te dejo un abrazo, mil gracias por estar siempre visitando mi sitio!
tus aventuras eróticas tienen el toque mágico del asombro(temor? ) que nos atrapa en los posibles goces..
ResponderBorrarsaludos querido amigo
Pues, francamente, tu apasionada vampira es una mujer de esas que no tienen desperdicio en cuestiones amorosas, lo dan todo.
ResponderBorrarCon ellas hay que tantear, porque como dijo Gabo: Nacemos con los polvos contados.
Un abrazo.