(pintura. Charles paul landon 1768-1826)
Era mi profesora de arte y literatura; desde el primer momento que la sentí -aún sin verla- me enamoré. Escuchar su voz fue la puntada final. Aura y voz hicieron el papel de Dios en la imaginación, por obra y gracia de su encanto nació la ilusión.
La infatuación de inmediato ocupó en todos mis espacios su lugar.
No se me ocurrió a mí lo que hoy se cuenta aquí a dos voces. Esos primeros renglones son un testimonio de uno de mis alter egos. Es un trampantojo, maestro del "trompe l'oeil", un espurio nacido en contra de mi voluntad, al cuál, intenté al máximo no darle vida, porque sabía de antemano lo que podría sufrir con esa tal infatuación.
El amor paga caro la devoción que se profesa por una ilusión, sobre todo cuando el ser amado es un adlátere escapado de otro alter ego ajeno y lejano.
No sé si podrán entender, podrá costar algún esfuerzo, allá cada quien. No les explicaré más, la ingratitud tiene todas las respuestas, y el desencanto toma cada día más fuerza.
-Solo es envidia lo que tiene este demiurgo que dice ser mi creador, porque yo como su alter ego, sigo en la infatuación de una ilusión a la que le daré vida. Seré un dios, tendré más alas que Icaro, no me las quemará el sol cuando vuele alto; ni las olas mojarán mis plumas cuando vuele bajo al llegar a las playas de su mar...-
Debo evitarlo, es por tu bien mi rebelde alter ego. No es envidia, no es rencor...
-Confiesa cobarde, si no es envidia, si no es rencor, es... son... ¿celos?-
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