(Foto: Passofinno)
Es tarde, y no debería serlo porque apenas son las primeras horas de un nuevo día.
Todavía está obscuro, el prusia del cielo se confunde con lo negro de las nubes. Empieza a oler a pedacitos de besos idos en la noche, a murmullos de ecos que se bañaron con las sálivas de los enamorados. Huele a silencios, como los alientos de los fantasmas, huele a vientos gastados en otras tierras.
Destejiendo el tiempo -a veces como la Penélope- cambio de colores a los hilos de los segundos, para componer aquellos minutos que no me quedarón bien.
Aquél, quien dice que soy Yo, lo he despachado a dormir. Es un pobre tonto, yo le llamo el rey de los ilusos, es un tipo supremamente aburrido, un anacoreta anodino, vive como si estuviera en clausura, en un cuarto que apenas tiene dos por dos. Cuando no está leyendo, se la pasa escribiendo, y no pocas veces dibujando, todo el que lo conoce se desilusiona e inmediatamente de su memoria, se le resbala la falsa imagen que adquirió.
Piensa, piensa y piensa en sus descansos. Vive del aire porque renunció a todo. Él dice, que lo que debía hacer hace tiempo, no lo hizo; y ahora que le queda poco de ese tiempo se ha propuesto hacer lo que debío hacer, no quiere ir al infierno por los caminos que conduce el talento perdido...
¡Qué estulto ese Yo que dice ser quien no soy! ¡Cómo si todo fuera tan fácil! ¿Será que cree que los cheques los tiran debajo las puertas?....
Estoy seguro que terminará como todos los demás que intentan lograr lo que antes no pudieron. Acabará con la lengua pegada en la pared, y muerto de la pereza intelectual, esa misma que cuando se arraiga desde joven no hay quien la venza. Dormir en los laureles es muy cómodo. Ya es tarde para él y no quiere saberlo, sigue forzando circunstancias que solo están en su contra, ni lástima me da...
Yo en cambio, el verdadero Yo, soy Noctámbulo, nunca tengo sueño, ni ilusiones, ni esperanzas, me gusta vivir sin esas cadenas, solo son ataduras que te impiden ser libre. A estas horas es cuando mi sombra finge ser blanca y casi siempre lo logra. No sé porqué lo hago, pero lo disfruto, así como me encanta meter dedos en las llagas a todos los que me caen mal (Que no son pocos).
Si les contara de mis andanzas por estos lares y por otros en los que vuelo, de seguro me odiaran más de lo que puedan quererme. Pero no puedo hacerlo, tengo otros planes que incluyen el amarme, no me es difícil lograrlo porque siempre tengo palabras nuevas para estrenarlas en unos labios, por algo me dicen el Sabroso. Esta es otra de mis cualidades, el ser un pretencioso disimulado.
Es inevitable ¡que le vamos a hacer!
Siempre miento, y parece que no, cuando más lo hago es cuando sueno más sincero. Parezco un tambor de redoble cuando señalo a quien voy a fusilar, no se confien de mí, siempre estoy a salto de mata...
Ole Maestro!
ResponderBorrarMe encantó.