(Foto: Passofinno)
Son dos pasos, son una eternidad, no es nada, es todo...
Caprichos, miedo, barbarie, sexo, libertad, infidelidad, lealtad, mayo del sesenta y ocho, carteles, confusión, equivocaciones, remiendos, ocasiones, cigarros, filosofía va y viene... A Sartre no lo entiende ni la madre (solo los que fuman hachís lo pueden filosofar), por eso ella -la madre- se volvió a casar: Que niño tan joven, tan latoso, pregunta y pregunta, pendejo hasta viejo con tanta angustia existencial. Pero me hace pensar, a revolcar el cráneo, estoy que doy en el clavo... ¡EUREKA!
A Sócrates no le gusta que uno escriba, él dice que cuando uno escribe ofende y daña a la memoria. Si los hombres nunca hubiéramos escrito ni en arcilla ni en papel, ni en papiros y rocas, nuestras mentes serían como la Internet. Una biblioteca universal, el gran sueño de Borges, estaría en la mente de cada cual.
Los Anunnakis me cuentan verdades a medias, son unos idiotas. Desde que se fueron, jamás han vuelto, si así fuera yo ya hubiera copulado con la diosa Isthar.
Las arcillas me cuentan de un poema de Gilgamesh cuando llora la muerte de Enkidú y busca los dos pasos de la juventud que llevan a la eternidad.
Sumeria, Mesopotamia, Babilonia ¡que sinvergüenzas! son todas, una, y de ellas brota el ladrillo azul.
Petronio es un Satiricón, camina por lo mundano de Roma, le gusta luchar como un gladiador pero es un senador gay. No le importa que Nerón lo juzgue por envidia con tal que no se acabe el bacanal de Trimalción y lo acompañen siempre Encolpio y Gitón. No se los reprocho, ni al uno ni a los otros, allá ellos y sus circunstancias como diría un Ortega y Gasset
Petronio es un Satiricón, camina por lo mundano de Roma, le gusta luchar como un gladiador pero es un senador gay. No le importa que Nerón lo juzgue por envidia con tal que no se acabe el bacanal de Trimalción y lo acompañen siempre Encolpio y Gitón. No se los reprocho, ni al uno ni a los otros, allá ellos y sus circunstancias como diría un Ortega y Gasset
Enuma Elish... Desde lo alto, regreso al origen. Me detengo en el Zohar, me asombra su esplendor. Cabala, confusión, decodificación, códigos, gritos, llanto, emoción, alegría, felicidad... puro arrebato.
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