(Dibujo: Passofinno)
Tú y yo, nubes negras, desatando lágrimas como lluvias de cielo gris. Llegamos llorando huérfanos sin nadie para amarnos entre el odio y la pasión. De pobreza y esperanza, de miseria e ilusión son las raíces aferradas al ser como la mala hierba.
Tú y yo, al abrigo en rebaño ajeno, de abrazos y besos y heridas en la espalda. Aún estamos aquí sin ser el ave Fénix que renace en cenizas porque el viento en contra se llevó su fuego.
Tú y yo que somos dos en uno sumando tres para ser diez, las únicas matemáticas que son exactas, pues nacen del vástago que al sumar cinco no se equivoca.
Ahí estás, con el ceño fruncido donde la ira dibuja las líneas de la angustia. Ahí estoy yo como si fuera un bonsái que solo florece de impotencia. Tú me amas como yo te amo, pretendiendo querer entre buenos recuerdos e imposibles olvidos.
Tú eres polo a tierra no quieres volar, las alas son para las aves que siempre se alejan y cuando regresan vuelven y se van... Yo soy un habitante solitario del mundo de los mil colores, un arlequín, un triste payaso, un Peter Pan del Nunca Jamás. Tú eres realidad risas y dolor, llanto y felicidad a lo Garrick... Yo, el mismo pelagatos, disfrazado de espantapájaros que a toda oportunidad le dijo adiós.
Como polos opuestos descubrimos con afán las Antípodas, quisimos conquistar el mundo ideal, pero nos ignoramos a nosotros mismos, desconocimos que eramos frágiles como cascaras de huevo, que solo somos fuertes en el amor que escondemos.
Ya no sé si te amo más o te odio menos, si te amo o te odio igual, si te he amado siempre y nunca odiado; pero si sé que tú me amas mientras me odias, que tu amor es un deshoje eterno de pétalos donde la flor se marchita mientras dice sí y dice no...
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