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Mostrando las entradas de julio, 2009

¡Crash!

Se tejía en pensamientos De puntadas la esperanza La rueca de la ilusión Hilaba fino los sueños. La estupidez de la ansiedad  Hería al dedo sin dedal Fue la inadvertida señal De venir dolor y olvido. De fuego bordó los orillos En farfolla lo estamparon  A la talla quedó el traje Perfecto fue el disfraz. El arlequín de mil colores Disimula bien las lágrimas... Ya la rueca no hila, La quebré en mil pedazos Como lo hago con este poema: ¡Crash! .

Hoy caminé...

Hoy caminé Con los ojos cerrados Le aposté a la voluntad, mi suerte El destino se quería embolatar A todo o nada,  por eso me arriesgué La verdad era que el olor del perfume Me guíaba para ganar la apuesta Si algo fallaba, estaba dispuesto A utilizar todas mis mañas No quería tropezar Las trampas estaban a la orden del día las zancadillas las ensayé mil veces Hasta fingí un paro cardíaco -por si las moscas- Si iba perdiendo, tendría otro chance. Una y otra vez me repetí a mi mismo: -"Mi mismo": ¡tienes que ganar!- Sin mañas, sin zancadillas, sin paros Con los ojos cerrados Y el olor de tu perfume...  ¡Gané!

Cuernos de Luna

Era habitual, cada vez que pasaba cerca de la cañada sentía que algo volaba sobre mi rozando con manos suaves mi cabeza. Yo intentaba agacharme, cerraba los ojos y el miedo me dejaba quieto como una estoica figura, no me atrevía a moverme y menos aún de alzar la mirada, creía que si de pronto lo hacía me convertirían en una estatua de sal. Cuando, al leve zumbido que acompañaba un tintineo de abalorios de cristales de swarovski se los iba tragando el eco del viento, veía en ello la señal de que ya podía moverme y abrir los ojos. Imágenes de pequeños destellos iguales a chispas de diamantes caían a mi alrededor como gotas de lluvia y un olor sensual , silvestre y desnudo se apoderaba de mis sentidos rezumando los más hondos pecados. Eran casi las doce de la noche, todos los fines de mes ese era mi paso obligado para llegar a mi refugio: Un camino bordeado de jazmines de la noche que emanan un extraño perfume de inquietud y sosiego, de almizcleña dual, y se mueven danzando

Dos rosas una azucena

En la almena  Entre merlon y merlon De mi castillo de ilusiones, He puesto dos rosas Una azucena... Cuando llegues en la noche Me encontrarás despierto...  Debes traer las flores.

¿Cuál Amor?

Quiero peinar al desencanto Darle buena cara Pero no se deja  Por mas que intento No rompe su voto de silencio   ¿Que hago con esta tristeza? Si me visto elegante Se disfraza de corbata  No quiere cerrar heridas, -Por el contrario-  Deja sus venas abiertas  ¿Como será uno matarse?... Quién me ama  Dice que me lance al metro Será una muerte segura ... A mi me parece Que es más sofisticado Pegarse un tiro. Cuando pienso en el amor El suicidio se aleja al instante, Después retorna con una pregunta: ¿Cuál Amor?

Sé que te escondes...

Sé que te escondes En ese haiku Gigante Al que olvidaron Poner puertas... De reojo te vi Cuando cerca pasé.

¡He vuelto!

He vuelto Como una sombra en la maraña, ojeando ceñudo como el águila a quiénes están falsificando los arco iris. De negro visten mis atavíos, voy a pisar mas fino que de costumbre. He nacido en muchos siglos, todas las épocas conocen de mis muertes ¡Soy Alfa, soy Omega de yo mismo! ¡He vuelto! Buscando el beso perdido, el que se extravió en los labios; los abrazos en los círculos invisibles, las miradas que se esconden detrás de una pantalla; las ganas de destrozarlo todo, los impulsos contenidos, los arrebatos hechos flores... ¡He vuelto! A decirte que te quiero con un aliento suicida, sin corazón atravesado por flechas de cupido; a dar testimonio nuevamente de lo dicho, a decirte que te amo sin pena ni rubores delante de mil y un cibernauta, con mas formas en las palabras y el mismo sinónimo en su significado. He vuelto Con una poesía nueva que se alimenta como la antigua de sueños e ilusiones pero no cree en dragones que echan fuego con la le

¡Adiós!

Los adioses tienen el poder de volar. La sola palabra  adiós  cuando se pronuncia, suena a cristales rotos. Son unas alas al viento, cuyas plumas caen como si fueran lágrimas de bacará, las mismas que nadie recogerá porque están hechas pedazos. Llorar en las despedidas impulsa los vuelos sin mirar atrás, no hay marcha con reversa. Decir adiós rompe todas las normas, a veces son los ojos los que dicen ese  adiós .  Otras veces son las palmas abiertas mostrando las líneas de la vida, los ciclos vitales.  Mis adioses en las despedidas los doy de espalda, si miro de frente no me voy. El adiós hiere, y lastima más cuándo se le dice adiós a un fantasma, cuando nos despedimos de una ilusión o de un sueño. A ese adiós, lo acompañará por siempre un dolor que no se calma, una lágrima dispuesta y un ¡ay! como saeta atravesada en el corazón. Esos adioses que no vuelven, con sus caminos que nunca alcanzan el horizonte, son los que en verdad duelen. ¡Adiós! Es ho