(Foto: Passofinno) Dame tu aliento, Respira dentro de mí, Sopla con pasión El aire para vivir. Mis palabras, A las puertas de tu paraíso Golpean desesperadas. Tu silencio no escucha, Se ahoga como tu voz. Igual se quiso, (Como al inclemente mendigo), Que tu destino Le dijera al mío que no. Este siervo arrogante, (Entre grito y oración), Denota suplicante Por tu rendición. ¡Ábreme las puertas!
La idea es no callar, sólo se le permite al silencio hacer presencia cuando piensa.