Al despertar, están sus ojos abiertos, y en sus pupilas se lleva los míos...
Y así trascurre el día:
En la mañana veo a través de ella. En la tarde escucho por sus oídos, y en la noche hablo por su boca.
Mi alma aprendió a latir con su corazón, y sus labios sienten sin que los toque, mis besos brujos desde la distancia...
¡Es un ángel! -me dijeron al oído- quien se sonroja con la misma facilidad que sonríe.
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