Hoy caminé Con los ojos cerrados Le aposté a la voluntad, mi suerte El destino se quería embolatar A todo o nada, por eso me arriesgué La verdad era que el olor del perfume Me guíaba para ganar la apuesta Si algo fallaba, estaba dispuesto A utilizar todas mis mañas No quería tropezar Las trampas estaban a la orden del día las zancadillas las ensayé mil veces Hasta fingí un paro cardíaco -por si las moscas- Si iba perdiendo, tendría otro chance. Una y otra vez me repetí a mi mismo: -"Mi mismo": ¡tienes que ganar!- Sin mañas, sin zancadillas, sin paros Con los ojos cerrados Y el olor de tu perfume... ¡Gané!
Desencanto: una palabra al viento, un golpe al corazón, un despertar de la conciencia cuando la agita la razón. Triste liberación al comprender una verdad, al descubrir a la mentira agazapada en la amistad. No hay amor, solo es un hechizo, el encanto se acabó.
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