(Dibujo: Passofinno)
Fue en un sueño la primera vez que viajé en un tranvía, lo más raro y curioso es que yo aún no había nacido.
Una mujer, de noble y bella figura, pasos seguros y elegantes, va caminando con un poco de afán hacia una estación, donde está listo a salir el tranvía que atraviesa la ciudad y que la divide en dos como lo hace su rio.
Ella se ajusta la cofia que recoge su negro cabello mientras aligera sus pasos, el aire que empieza a soplar y amenaza lluvia quiere irse con ella, le gusta su aroma. Pero, a ella nada la detiene, ni las miradas, ni los piropos, ni el extraño coqueteo del viento; debe llegar antes de que caigan las primeras gotas, y de que parta quien la puede llevar a su destino.
Un vagón, de gruesa lamina y fina madera de color escarlata con ribetes dorados, está frente a mí. Los rieles que lo sostienen brillan con un intenso destello por el uso, parece como si tuvieran en su acero el arco iris que se niega en el cielo a salir.
la hermosa señora, de piel lozana, sube los tres peldaños de la escalerilla; se aferra con sus delicados dedos translúcidos a la manigueta dorada, sus distinguidas piernas abordan el piso y se dirigen en busca de un asiento donde prontamente encuentra como acomodarse para el viaje.
Los carriles se van alejando sin desaparecer, se alargan como la noche que pronto va a comenzar...
-Duerme, duerme tranquilo... sueña, sueña que esa es la realidad- Dice suavemente en murmullos la mujer en el tranvía, mientras acaricia con amor y dulzura su vientre.
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