Sigo escribiendo
(Foto; M. C. G. F.)
Sigo
escribiendo, con los mismos altibajos, tanto de emociones como de conocimiento.
Es algo que no puedo evitar, y aunque son muchas las veces en que me rebelo y juro
para mis adentros no volver hacerlo, vuelvo a mi alegría y a mi tormento, a mi eterno oxímoron… Esa imperiosa necesidad vuelve inclemente como si fuera un ave de rapiña que picotea con furia los
pedazos de sentimientos de este vivo muerto. Siempre me gana esas ganas a las que le huyo, no existe un lugar donde ocultar mi ser, sin que me encuentre. Ese
tirano que habita en mi mente halla mis sombras negras, la otra blanca, los
miles de alter egos, los suspiros en el aliento de mi cansancio, la velocidad
con la que huyen mis pies alados. Soy su esclavo o vasallo, lo admito; tiene
marcado con fuego mi espíritu.
Este
mundo de fantasía que se amalgama con la realidad se adueña de esos insomnios
que patean mis noches hasta el amanecer. El mundo de la ficción busca
respuestas en las preguntas que crea la imaginación, todo se vuelve caos cuando
el cuerpo cansado se mueve desesperado tratando de soñar, intentando entrar en
ese otro mundo donde los fantasmas de mis recovecos inventan paisajes en otro
universo subnormal.
Hay
tanto por aprender y es tan poco el tiempo para lograrlo que el desencanto se
duerme en los laureles.
Si el leer, ver o escuchar nos regalan algún conocimiento,
casi siempre perdemos más de la mitad en las trochas de la memoria. La
desmemoria a veces sale de a poquitos por los senderos cuando algunas voces o
imágenes pintan ciertos recuerdos, pero la timidez esconde la memoria selectiva
en ese olvido maldito y divino.
Sigo
escribiendo, y en cada frase encuentro algunos de mis espejos, la mayoría rotos
por las iras contenidas...
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