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¡Qué calor!

¡Uff, qué calor, se derriten hasta las letras...!  
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Ante la cruz

 (Foto: Passofinno) Ante la cruz lo juro, soy un mentiroso compulsivo, cada vez que dije: te amo, solo lo hice para engañar y lograr un objetivo, que mezquino he sido. Pero, no deben sentirse mal por mis actos y mi sinceridad porque en realidad el único engañado y ofendido he sido yo mismo ya que jamás logré lo que hubiera querido, en esas cosas del amor soy un perdedor. Amar es un sacrificio, es estar al borde del abismo dispuesto siempre a caer aún en contra de la voluntad.  Soy un mal hombre, todo un peligro para la sociedad, aléjense de mí...

Al otro lado

 (Foto: Passofinno) Al otro lado, Más allá del horizonte El destino espera...

Toma todo

 (Foto: Passofinno) Te regalo la luna, el sol y las estrellas, pídeme lo que quieras y de inmediato te llega por Rappi, veloz y seguro, solo tienes que cerrar y abrir los ojos y los tendrás en tus manos... ¿Algo más? ¡Todos dan de lo que no tienen, y cuando lo tienen nunca dan nada! He dicho.

Hay algo

 (Foto: Passofinno) Al principio, todo era caos. Hoy, el caos, es todo. Hay algo, y ese algo se vislumbra desde la misma oscuridad que lo esconde. Hay algo que nos inquieta siempre, que nos despierta constantemente esa curiosidad por saber qué será... ¿Existe en realidad?... Al principio todo era quietud, de pronto un movimiento y existes tú. Tratar de explicar ese algo es como intentar viajar en el mismo tiempo y espacio, es un comienzo a regresar adonde la memoria universal contiene esa respuesta... Por ahora imposible de lograr... ¿Lo será eternamente?...

Rumiando

(Foto: Passofinno) Decir: Te Amo, es muy fácil, salen de la boca como si fuera una escupa, incluso esas dos palabras están muy envilecidas, han perdido todo sentido; casi todos las utilizan en beneficio de sus propios intereses. Cuando alguien las pronuncia lo hace más por un cumplido o por intentar obtener lo que en su mente ha urdido, suenan más falsas que unas campanas de plástico. Los seres humanos somos unos falsificadores de ilusiones, hasta allá hemos llegado, lo que no existe lo plagiamos, y los más falsos e infelices de todos son los que dicen ser fieles y leales, los que se creen dueños de la disciplina, la ley y la moral, los que dicen ser dueños de la verdad...  ¡Mentirosos, hipócritas!, Nadie en este mundo es fiel y leal, todos estamos marcados por la manzana de Eva y Adán, somos pecadores y estamos condenados, por más esfuerzo que hagamos en aparentar ser seres sin tacha tenemos la mancha de pies a cabeza y con nada se nos quita, ni se nos borra, seguirá ahí reflejada has

De la mano de Dios

 (Foto: Passofinno) Al amor, lo terminé odiando. Tal vez porque fui egoista y no acepté que alguién pudiera amar más que yo, que tuviera más valor al entregar lo que sentía. Pudo ser que al encontrar el amor, a la vez lo escondí, rehuí ser amado, o a lo mejor nunca lo valoré en su total dimensión.  Debo reconocer que para odiarlo, tuve que vivirlo de una forma u otra, intensamente, equivocado, feliz y amargado; celoso, flojo, iracundo, débil y cobarde. Son tantas las circunstancias que se presentan cuando el amor te penetra por todos los sentidos que el tiempo, el espacio, la velocidad se confunden en ellas como si estuvieran drogados. El pasado, el presente y el futuro juegan al amor haciendo lo que les da la gana, disparando flechas como si cupido estuviera borracho. De la mano de Dios, debo decirle adiós al amor, pero no puedo despedirme de quien yo creo nunca existió en mí, solo fui un tonto apasionado de no se qué y por qué... De tanto aborrecer, al amor, lo terminé odiando.