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Mostrando las entradas de marzo, 2009

MI PROBLEMA CON LA POESÍA

La poesía a veces siento que la odio. Cuando en sus páginas encuentro un poema y alguno de sus versos me sorprende; no soy capaz de seguir leyendo los otros, nunca termino un libro completo. En los versos que me detengo los quiero digerir despacio, como cuando come la gente culta y mastican su alimento muchas veces; dicen, que eso es salud y estética del cuerpo. Esos versos que así me llenan no me dejan probar los otros y mi ansiedad tan glotona se los quiere tragar, ¡saber a que saben! pero el contenerme, hace que a la poesía la odie. Detesto aún más a mi poesía, cuando a la medianoche me despierta un prólogo con una línea llena de puntos suspensivos, una idea que vuela con alas gigantes de papel, un intento de frase disfrazada de versos o un incomodo resorte automático que levanta medio cuerpo de mi colchón de plumas y laurel  Y, como no repudiarla, si mi sueño placentero de la noche empieza su pesadilla cuando el tirano dueño de la casa de la poesía y esposo de la Musa de mi

Un cuento corto

Convoqué a las mejores letras a que me acompañarán a escribir este corto cuento; llegaron tres de las mejores, las que nunca faltan y están en todos ellos, estás son, se las presento: F I N 

Mi Quijote (El Quijote de Passofinno)

Al Duque de Extremadura, Conde de Badajoz, simiente de Madrid: Sir Paco Marshall, comisario insigne de Linkara City. En fe del buen acogimiento y honra de vuestra excelencia, pongo a buenos ojos, abrigo y protección y a posterior análisis, criterio y reputada prudencia, estas letras; para que a su buen menester, sea -sí o no-  recomendadas leer a los carísimos navegantes de la Internet. En un lugar de La Mancha, de cuyo nombre si me acuerdo y el cual es: Argamasilla de Alba, en la provincia de Ciudad Real, nace en una cueva, anexa como cárcel en el caserón Manchego de los Medrano, Alonso Quijano. Las manos que asistieron su parto, tenían en sus dedos manchas de carboncillo y tinta; un orillo ribeteaba las uñas de colores negros-azulados, otras manos más pulcras y limpias jamás lo hubieran hecho, si así lo hubiese, el personaje habría sido nonato. Lo que primero vieron sus ojos fueron los barrotes de arrabio en la celda de su osado creador, ahora juntamente de dos pero, que