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Mostrando las entradas de agosto, 2010

¡Toc... toc... toc!

Seguía insistiendo tocaba a la puerta y en cada toque se escuchaba de su corazón un lamento hasta la madera se contagiaba, parecían urdidos sollozos. Al fondo, acunada en el aire sonaba una canción atonal : ¡Ábreme la puerta! -¡Toc... toc... toc!- Por una rendija la miraba sin quererle abrir. Sigiloso, con pasos de ladrón me escabullía hasta el rincón de la cortina en un vaivén de aquí para allá. Por la rendija le veía su rostro agotado y seco yá de llorar y por el rincón de la cortina, la ventana me mostraba pedazos de su alma mientras el macho alfa recogía con cuidado mis sombras para que en el piso del suelo, no me delataran. ¡Toc... toc... toc! Esos golpes parecían suplicar un perdón, pedir un favor de un ingrato una gracia, un llamado de atención de unas rodillas que sangran pero mi corazón de piedra seguía ciego, sordo y mudo, la supuesta ofensa que ella me hizo ni con sangre se ha de lavar . ¡Toc... toc... toc! Igual a como hice con e

¡Riinng...!

¡Rinnngg... riinngggg... Riiinnngggg! Ese aparato no dejaba de sonar, yo sabía que era ella con sus ojos cerrados y en su oído derecho pegado el auricular. Cuándo las personas tienen afán o están muy apuradas taconean al piso, golpean al muro y le ponen un sello personal a los teléfonos que las delata, sobre todo si esas personas tienen que ver conmigo, soy muy perspicaz. ¡Rinnngg... riinngggg... Riiinnngggg! De verdad no quería contestarle, mi orgullo herido me lo impedía, sus palabras de antes lo pintaron de negro y lo dejaron desnudo en medio del frío; no quiero contestarle pero como siempre soy muy flojo ante la insistencia y termino diciendo sí a todo, si hubiese sido mujer de la vida alegre de seguro le ganaría a Lycisca su apuesta en promiscuidad. ¡Rinnngg... riinngggg... Riiinnngggg! Ante cada sonido me hacía el fuerte, me dibujaba con el dedo índice un corazón de piedra en el pecho, rezaba al cielo oraciones sin eco, apretaba mi labio inferior como belfo de