(Foto: Passofinno)
De mi parte se lo puedes decir. No es bueno que sigamos así. Ni tú ni ella ni yo nacimos para vivir con esas dudas. Estoy seguro que encontraremos cada uno el camino que nos corresponde, aún estamos jóvenes y esto solo debe ser el final de un comienzo, de algo que va llegando a medida que se vive. No sé tú, pero yo estoy decidido a que esto termine, ya no puedo más con esta zozobra. A ti te amo demasiado, por ella siento un amor igual. Eso no es posible dicen los sabios del amor, pero conmigo se están equivocando, y por lo que he escuchado y hasta hace poco he ido entendiendo es que tú y ella están pasando por esa misma circunstancia. Tú, también sientes una gran atracción por nuestro amigo en común, y a ella se le nota en la mirada y en la voz que le tiembla cuando habla contigo, sus ojos pierden el norte y el sur cuando te ven, le es imposible disimular esos suspiros cuando estás cerca.
La situación es esta: Ella está enamorada de ti y de mí. A mí me ha dicho que me ama, que se muere por mí, yo también le he correspondido y ella sabe que la amo como te amo a ti, porque también le he hablado a ella sobre el amor que te tengo. Tú, estás enamorada de mí, bien lo sabemos, pero a la vez te enamoraste de aquél nuestro amigo con el que has estado saliendo a escondidas y que hoy ya sabemos que es verdad y no debes mentir. Y de mí, ya lo saben, las amo a las dos...
Por favor, dile que no, que no insista; que ya no quiero hablar más de este asunto, que es suficiente con haber expresado contigo todo este embrollo, que no tengo aliento, que es muy difícil repetir una y otra vez a ella y a ti esta separación que tanto nos duele, y que ya lo expresamos cada uno con sus puntos y detalles, y como personas pensantes hemos aceptado esta verdad de irnos cada uno por su lado y ya, por favor, dile que no...
Más o menos, así fueron las palabras que ese día se dijeron en el lago a donde fueron a nadar. Él le habló con todo el cariño y la paciencia, parecían como si hubieran madurado aún estando biches. Sin embargo, la máscara puesta en el rostro que oculta el dolor, la rabia, la humillación estaba que se desprendía del molde, hubo muchos pensamientos contrarios a lo que decía, lo inducían a querer rasgarse la cara con ira y arrancarse no solo el antifaz sino destrozar el corazón y el alma que ya de nada le servían, solo estaban los dos, Ella, la otra, no quiso ir...
Ninguno de los tres quería terminar, pero estaban más confundidos que pirañas en una escupa, y reacios a aceptar menajes de tres, ese no era su estilo, o era el uno para el otro, o la una para una, pero no dos para uno y punto ¡a lo bién! como debe ser y dictan las antiguas leyes que nos clavaron en los genes desde antes de nacer... tal vez la nueva generación que viene pueda manejar este asunto sin tanta dificultad y no se rompan los sesos como hoy lo estamos haciendo y bla bla bla siguieron discurriendo bla bla bla, hasta que ya la noche los fue cogiendo por su cuenta besandoles la piel con el viento frío que les lanzaba desde la montaña, y se fueron refugiando en la carpa después de encender una fogata con leña seca que amontonaron paso a paso y se fue quemando lanzando al aire chispas como escupitajos de un dragón enano...
Amanecieron entrepiernados, parecía como si la diosa Kali en ellos se hubiese reencarnado. En toda la noche no hablaron más, se besaron como si estuvieran sedientos de labios frescos, buscaron calentarse entre los abrazos como queriendo imitar al paguro cuando se esconde en la concha del caracol, hicieron el amor hasta que el aliento se les escondió en un sueño...
(¿Continuará?)
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