Cuando es el dolor la voz del alma y la tristeza la cara de ella; hay un grito hondo, que ensordece el espíritu.
Así estoy, hoy; con ese grito silencioso en el interior, destrozando las venas de la conciencia, rasgando a retazos sin compasión la sutil áurea de mi alrededor .
¡No deseo nada! la desilusión es mi dueña, le entrego todo, para que luchar si el destino es más fuerte que yo.
Quisé dar un paso alto y olvidé que mis pies no tenían alas. Caí al vacío, en ese fondo que experimenta el culpable cuando le sentencian condena.
De la esperanza no quiero dudar, eso me consuela; lo malo es que tampoco deseo creer en ella, eso me desespera. Pero, es un desespero sin tormenta, de truenos secos, es como un mar de aguas quietas, así, sin vida, sin sal, verdinegro; que se estanca, sin drenaje, que se pudre igual como se pudren los frutos que del árbol caen.
Hay veces o casi siempre, envidío a los suicídas; parece que ellos no dudaron y si lo hicieron no fue por más tiempo que nosotros; de un tajo, así, sin rodeos, cortaron su aliento sin necesidad de escribir tantas pendejadas como estas que estoy escribiendo hoy.
Así estoy, hoy; con ese grito silencioso en el interior, destrozando las venas de la conciencia, rasgando a retazos sin compasión la sutil áurea de mi alrededor .
¡No deseo nada! la desilusión es mi dueña, le entrego todo, para que luchar si el destino es más fuerte que yo.
Quisé dar un paso alto y olvidé que mis pies no tenían alas. Caí al vacío, en ese fondo que experimenta el culpable cuando le sentencian condena.
De la esperanza no quiero dudar, eso me consuela; lo malo es que tampoco deseo creer en ella, eso me desespera. Pero, es un desespero sin tormenta, de truenos secos, es como un mar de aguas quietas, así, sin vida, sin sal, verdinegro; que se estanca, sin drenaje, que se pudre igual como se pudren los frutos que del árbol caen.
Hay veces o casi siempre, envidío a los suicídas; parece que ellos no dudaron y si lo hicieron no fue por más tiempo que nosotros; de un tajo, así, sin rodeos, cortaron su aliento sin necesidad de escribir tantas pendejadas como estas que estoy escribiendo hoy.
El reloj marca las horas cada mañana;
ResponderBorrarel calendario lleva la cuenta del tiempo;
el horario marca entradas y salidas;
el sol anuncia nuevos días...
Se me olvidó contar. No me gustan los números
ni uno ni dos ni tres.
Aprendí a aferrarme a un sueño mudo
sin palabras.
Si no lo hago, me derrumbo.
Si no sueño, muero.
Si no sueño, vivo.
Si despierto, me doy cuenta que no sueño.
¿Desespero?
Qué pendejada!
No se puede escuchar al silencio
mientras se habla.
La mirada esquiva al alma esperando tres palabras.
Sin nada.
¡Con todo !
ResponderBorrarFuego , fuerza , rebeldía ,gritos , ecos ...
¿ Sin nada ?....
¡ Con todo !